lunes, 30 de diciembre de 2013

Crónica de un viaje a La Habana, Cuba (parte 1)


Por Abel Álvarez/ conductor Multimedios-Milenio Televisión.

Eran casi las 3:30 PM, me despierta el anuncio de la aeromoza principal que ya estamos a punto de aterrizar en el aeropuerto de La Habana. Un viaje a Cuba, para cualquier cubano, lleva una preparación mayor de lo habitual que cuando se viaja a cualquier otra parte del mundo, dado todo el equipaje acumulado por semanas para llevar a las familias algunos obsequios, pero la emoción no se hace esperar, y aunque no iba con mucha expectativa en este viaje en cuento a lo familiar, dado que ya mis padres habían estado conmigo en México unos meses antes, me dejé llevar en la aventura de estar otra vez en la isla.
La llegada no fue por la habitual terminal 3, que ha estado, en su gran parte, en una muy necesaria reparación. Llegamos por la terminal 2 destinada exclusivamente a los vuelos que arriban desde Miami; la incertidumbre se aparece antes de bajarnos del avión, comenzamos a pensar en los controles aduanales que pueden ser más estrictos por ese lugar.
La gente comienza a reconocerme, muchas preguntas: ¿Cuándo vuelves a la Televisión Cubana? ¿Dónde estás trabajando¿ ¿Qué haces? ¿Cuánto tiempo vas a estar en Cuba? Entre preguntas, respuestas y filas para pasar el primer control aduanal, una voz se alza, a dos personas de mi, anunciándose, al escuchar que trabajo en Milenio Televisión en México: "...soy productor de la Voz México en Televisa y por aquí está un colega de Telemundo".
Por fin pasamos, declaro que tengo cosas que pagar, y voy camino hacia la estera asignada para recuperar equipaje documentado, allí me reencuentro con el actor y amigo César Évora que vino en el mismo vuelo, habíamos trabajado juntos para el documental de Carlos Barba Salva sobre el cineasta cubano Humberto Solás y que sería presentado en el Festival de Cine de la Habana dos días después de mi llegada, en estreno mundial. Estábamos parados en una de las esteras, que por cierto tenia puesto en pizarra otro vuelo que no era el nuestro, y la amiga con la que viajaba estaba desesperada atenta a cada maleta que salía por cualquier estera, teníamos la duda de por dónde nos las entregarían, y a cuenta gotas comienzan a salir los equipajes y ponen en pizarra nuestro vuelo. Veinte minutos, treinta, cuarenta hasta que por fin ahí estaba una de mis maletas, pero faltaba otra, mi amiga salió, ya había recuperado las suyas y la recibiría su hermana. Seguí esperando, hasta que unos 20 minutos más tarde llegó la segunda pero, aun faltaba la declaración aduanal.
A medida que me aproximaba al lugar donde estaban las oficiales aduanales, se me acerca una y vuelven la preguntas sobre mi trabajo y lugar de residencia, aunque se sumaron los recurrentes comentarios de la situación económica en la isla. La oficial me recomienda una de sus compañeras que es mas rápida en los tramites, pues las otras están iniciándose en esto de tomar las declaraciones de los visitantes a Cuba. Después de 15 minutos logro declarar, me entregan un documento para que pase por caja a unos metros antes de la puerta de salida. Pagué en moneda nacional (CUP).
Con comprobante de pago en mano, donde se aclara que si entro dos veces en el año calendario la segunda vez se paga en CUC (moneda libremente convertible) inicio mi camino hacia las afueras de la sala, se abre la puerta y allí cientos de personas reunidas detrás de unas vallas esperaban a los familiares que después de varios meses, quizás años vuelven a reencontrarse. (...cont)